Fin de la primera Guerra Fría El final de la primera Guerra Fría se ha…
Prioridades de la financiación para el desarrollo en 2025 Jomo Kwame Sundaram
La próxima Conferencia sobre Financiación para el Desarrollo de la Organización de Naciones Unidas (FpD4), que se celebrará en Sevilla entre el 30 de junio y el 3 de julio de este año, debe abordar en su cuarta edición los principales desafíos financieros de los países en vías de desarrollo. Los recientes retrocesos registrados en materia de desarrollo sostenible y en las políticas para combatir el cambio climático dotan a la FpD4 de una importancia crucial.
FpD4
La FpD4 es fruto principalmente de los esfuerzos liderados por el G77, el grupo de países en vías de desarrollo del sistema de la ONU. El G77 comenzó estando constituido por setenta y siete Estados miembros de la Organización, pero incluye ahora a más de ciento treinta. La conferencia de Bretton Woods celebrada en 1944 concluyó esencialmente con el compromiso alcanzado entre Estados Unidos y el Reino Unido. En 1971, cuando las obligaciones impuestas por el régimen de Bretton Woods amenazaron con socavar los privilegios disfrutados por Estados Unidos, el presidente Richard Nixon se negó a cumplir el compromiso estadounidense de entregar una onza de oro a cambio de 35 dólares. Más de dos décadas después, el presidente Bill Clinton prometió una nueva arquitectura financiera internacional, que eludiera la caracterización de los acuerdos monetarios internacionales vigentes desde mediados de la década de 1970 como un «no sistema» incoherente por el profesor Robert Triffin.
Ayuda exterior
Varios temas se perfilan como prioridades del G77 para la FpD4. En 1970 las naciones ricas acordaron en el marco de la ONU aportar anualmente el 0,7 por 100 de su renta nacional como ayuda oficial al desarrollo. Esta cifra era muy inferior al 2 por 100 propuesto inicialmente por el Consejo Mundial de Iglesias y otros organismos. En los últimos años los países ricos tan solo han aportado el 0,3 por 100 de su renta, es decir, menos de la mitad de lo prometido. La mayoría de las condiciones impuestas a la ayuda oficial al desarrollo reflejan las prioridades de los donantes, no las de los países receptores y de facto las nuevas definiciones, condiciones y prácticas decretadas sobre la misma socavan su «eficacia», reduciendo lo que realmente reciben las naciones en vías de desarrollo.
A pesar de incumplir sus promesas en este ámbito, el nuevo Parlamento Europeo ha votado abrumadoramente a favor de aportar el 0,25 por 100 de la renta nacional a Ucrania. A principios de diciembre de 2024, Europa había proporcionado más de la mitad de los 260 millardos de dólares asignados en concepto de ayuda al desarrollo ¡a Ucrania! Algunas naciones europeas insisten ahora en que únicamente la mitigación puede considerarse financiación climática. Aunque la mayoría de los países en vías de desarrollo son tropicales y luchan por hacer frente al calentamiento planetario, se dispone de poca ayuda para la adaptación.
Deuda
Durante los últimos años, la nueva deuda contraída por los países en vías desarrollo ha tenido un carácter más comercial y condicional y menos concesional. Con la transición a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en 2015, el Banco Mundial fomentó un endeudamiento de corte mucho más comercial al hilo de su nuevo eslogan, «de millardos a billones». Tras la crisis financiera mundial de 2008 los países occidentales adoptaron políticas monetarias no convencionales, evitando hacer cualquier tipo de esfuerzo fiscal y presupuestario. La flexibilización cuantitativa permitió un endeudamiento mucho mayor, que creció hasta 2022. Sin embargo, la mayoría de los gobiernos occidentales no se endeudaron demasiado. Algunos actores privados se endeudaron mucho, a menudo con fines improductivos, y otros utilizaron la posibilidad de obtener estos fondos baratos para financiar la compra de acciones propias con el fin de obtener más riqueza. Mientras tanto, muchos países en vías de desarrollo se endeudaron de forma masiva, dado que los prestamistas utilizaron diversos medios de presión para provocar tal endeudamiento. El rápido aumento de la deuda pública pronto se convertiría en un problema.
Además, desde principios de 2022 a mediados de 2024, los tipos de interés subieron bruscamente, aparentemente para contrarrestar la inflación. La Reserva Federal estadounidense y el Banco Central Europeo subieron los tipos de interés de forma concertada, provocando salidas masivas de capital de los países vías en desarrollo, lo cual afectó más duramente a los países más pobres.
Reforma institucional
Una tercera prioridad de la FfD4 es la reforma de las instituciones financieras multilaterales globales. Aunque estas instituciones han cambiado mucho a lo largo del tiempo, siguen estando dominadas por el Norte global y especialmente por Occidente. En la conferencia de Bretton Woods de 1944 la mayoría de los países eran latinoamericanos. Inicialmente, el 47 por 100 de los derechos de voto eran «votos básicos» estándar adjudicados a todos los miembros. En 2008 el número de miembros del Sur global se había multiplicado por siete, mientras que su cuota de voto se había reducido el 11 por 100. Occidente, especialmente Europa, sigue dominando el Fondo Monetario Internacional. Se han propuesto muchos acuerdos de gobernanza distintos de los actuales, habiendo sido objeto de creciente interés los acuerdos monetarios regionales alternativos implementados tras las crisis financieras asiáticas de 1997 y 1998. La Iniciativa Chiang Mai (Multilateralización) es ahora un acuerdo multilateral de intercambio de divisas entre los ministerios de finanzas y los bancos centrales de los países de la ASEAN+3, que se activa cuando se necesita liquidez. Posteriormente, en 2014 se creó el Fondo Latinoamericano de Reservas (FLAR).
Fiscalidad
El Sur global lleva mucho tiempo queriendo que la ONU lidere las negociaciones sobre acuerdos fiscales internacionales capaces de proporcionar más recursos financieros para el desarrollo. Sin embargo, el club de las naciones ricas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha socavado durante mucho tiempo los intereses de los países en vías de desarrollo. La OCDE lo consiguió manipulando a los Ministerios de Finanzas de estos países para lo cual dejó de lado a los Ministerios de Asuntos Exteriores, que durante mucho tiempo habían trabajado bien conjuntamente en asuntos controvertidos para el Sur global. Tras la creación de nuevas normas globales por la OCDE, los Ministerios de Finanzas de los países en vías de desarrollo firmaron una propuesta fiscal sesgada sobre la que fueron nominalmente consultados.
En la conferencia FfD3 celebrada a mediados de 2015, la OCDE bloqueó los esfuerzos del Sur global para avanzar en la cooperación fiscal internacional. La Independent Commission for the Reform of International Corporate Taxation (ICRICT) propuso un tipo impositivo mínimo internacional del 25 por 100 para el impuesto de sociedades. La secretaria del Tesoro, Janet Yellen, ofreció el tipo del 21 por 100, que era el tipo mínimo estadounidense de su respectivo impuesto. Sin embargo, en la reunión del G7 de la que era anfitrión, Boris Johnson lo rebajó al 15 por 100 e introdujo igualmente diversas exenciones, todo lo cual redujo el potencial de los ingresos tributarios posibles derivados de tal reforma.
Por otro lado, el reparto de la recaudación de esta tributación societaria internacional no se haría de acuerdo con el modelo del impuesto de sociedades sobre los beneficios de la producción. En lugar de ello la OCDE propuso un reparto de los ingresos en función del gasto de consumo, lo cual se asemeja mucho a un impuesto sobre las ventas. Los países pobres recibirían poco de la recaudación de este impuesto de sociedades, ya que sus poblaciones gastan mucho menos por razones obvias, aunque produzcan mucho más a cambio de salarios bajos. En lugar de redistribuir progresivamente, la distribución de los ingresos procedentes del impuesto de sociedades internacional propuesta por la OCDE sería regresiva.
Dólar
El dólar estadounidense sigue siendo la principal moneda del mundo para efectuar y saldar transacciones internacionales. Las ventas de bonos del Tesoro estadounidense lo permiten, lo cual funciona como una subvención concedida a la mayor economía mundial por el resto del mundo. Trump amenazó recientemente a los BRICS y a otros países que se plantean la desdolarización de sus economías. Los principales defensores de la desdolarización de los BRICS, Brasil y Sudáfrica, no han logrado persuadir a los demás países del grupo para que lo hagan. En su lugar, el banco central chino ha emitido bonos denominados en dólares para Arabia Saudí.
Los Derechos Especiales de Giro (DEG) deberían emitirse regularmente para aumentar los recursos financieros discrecionales del FMI. Esto puede hacerse sin la aprobación del Congreso estadounidense, como ocurrió tras la crisis financiera mundial de 2008 y el brote de la Covid-19. Estos recursos pueden destinarse al cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y a la financiación de la lucha contra el cambio climático. Ello no puede suceder sin una acción colectiva por parte del Sur global, que se movilice resueltamente por una política de no alineamiento pacifista y desarrollista. El desarrollo inclusivo y sostenible es imposible en un mundo en guerra.
Recomendamos leer Jomo Kwame Sundaram, «Otro Premio Nobel de Economía para la economía institucional neoliberal anglocéntrica», Más pobreza para los pobres», Diario Red; «La hipocresía de las naciones ricas acelera el calentamiento global», «El acaparamiento de tierras y los pobres rurales», «Un nuevo año complicado para el Sur Global», El Salto. Radhika Desai, «¿Aterrizaje suave de la economía estadounidense?», Natham Sperber, «La gestión china de su sector financiero» y Cédric Durand, «El retorno viciado de la política industrial», todos ellos publicados en El Salto. Robert Brenner, Dylan Riley et al., Sobre el capitalismo político: El nuevo debate Brenner (2024).
Artículo aparecido originalmente en Inter Press Service y publicado aquí con permiso expreso de su autor.